6 de diciembre de 2016

Dejar de consumir cultura machista y no morir en el intento, pero acabar haciéndolo

Fijaos qué título más largo. Bien, podría haberlo escrito el doble de largo y el triple de confuso, aunque el sentido del título es claro, explícito: qué difícil es huir de la cultura machista, de la cultura de la violación; qué difícil resulta encontrar un modo de entretenimiento desprovisto de ello, libre. 

Difícil y necesario. No sé si estaréis al corriente del fenómeno que se vivió en twitter a principios de otoño con el hastag #enelmedievo, donde cientos de usuarios ironizaban sobre los estereotipos de género y las imposiciones de lo que hemos convenido que son las "costumbres sinequanon de épocas pasadas". El origen de todo está en el planteamiento de una queja sobre sexualización y violencia ejercida sobre personajes femeninos en videojuegos (plus literatura fantástica) y su posterior (y esperable) respuesta de "No os quejéis que así eran las cosas en el MEDIEVO" ... claro... Risas aseguradas sobre dragones y veracidad histórica, críticas hacia todo, mala comprensión lectora (diga lo que diga el Informe PISA de este año) y muchos "estos 140 caracteres no son suficientes para expresar todo mi conocimiento". Tras toda esta bacanal y tupper con las sobras del fin de semana, algunas seguimos cuestinando por qué el único argumento esgrimido seguía siendo el de "antes eran así las cosas", básicamente porque ¿acaso no siguen siendo aquellas cosas las mismas cosas que suceden día a día?. Justificamos toda la violencia ejercida sobre los personajes femeninos en ficciones porque así son las cosas, Porque, no sé, tal vez planteo un imposible ¿Qué tal dejar de hacerlo?
Es posible que ahora entornéis los ojos (que es la expresión correcta en castellano para el manido roll eyes inglés) y digáis: aquellas cosas no son las mismas cosas de ahora. Bien, abrid un diario, encended la televisión, dadle play al capítulo de vuestra serie de moda, abrid un libro. Aquellas "cosas horribles de antaño" siguen siendo los referentes culturales de nuestras "cosas de ahora"; consumimos productos que sabemos son defectuosos, nocivos, que exponen el mundo como no queremos verlo en nuestro día a día. Algunas blogeras muchos más interesantes que yo y booktubers famosas han planteado este mismo problema: 1) la futilidad y gratuidad de la violencia contra personajes femeninos con el pretexto del rigor histórico y 2) la necesidad de transformar este "menosprecio" en "aprecio".

Resulta necesario comprender esto primero para avanzar y plantearnos el siguiente estadio: construir nuevos referentes. Abandonar los antiguos, dejar de revolcarnos y excusarnos en ellos, escribir, dirigir, narrar de un modo en el que no se justifique la violencia ejercida sobre las mujeres como un "algo normal" que si bien no compartimos es útil para nuestras proyecciones culturales, porque nos aportan un pretexto, un acomode para lo que queremos contar.

Así, algunas voces se han levantado pidiendo precisamente que se haga #boicot a todos aquellos productos culturales en donde la violencia sea gratuita y no aporte absolutamente nada a la narrativa y a la construcción de los personajes que la sufren. A qué nos estamos refiriendo: el famoso ejemplo de argumento de película de Laim Neeson, donde el personaje masculino protagonista descubre o se le hace saber que otro personaje femenino relacionado por parentesco con él ha sido bien víctima de violación, víctima de trata de blancas, etc... y debido únicamente a ello su trama avanza, se desarrolla y culmina. Ya tenemos nuestro héroe (él), ya tenemos nuestras víctimas secundarias (ellas) y a nuestras víctimas principales (los que mueren, los malos). ¿Recordáis el quejido de un sector de fans cuando en Mad Max: Fury Road el argumento giraba plenamente sobre unas "víctimas no victimizadas" y que "no se había visto nada"? A esto nos referimos.

Siguiendo con el hilo no quiero introducir más ejemplos, porque son infinitos... El #boicot se ha hecho escuchar, se ha emprendido una campaña para destapar todos aquellos productos culturales que hagan un uso indiscriminad e inútil de la violencia, de aquellos que no respeten a sus propios personajes femeninos. Y a este #boicot me uní yo cuando en mi familia pasaba de mano en mano un libro que al leerlo me dejó muerta por dentro: La ciudad sin tiempo (Enrique Moriel)


Este libro contiene una buena premisa pero una flojísima trama argumental. Es de aquellos libros sencillos de leer que te sorprenden con algunos párrafos de extremada belleza. Ideas sueltas trenzadas a ideas buenas y desaprovechadas. Este libro es un compendio de anécdotas sobre la historia de Barcelona (la ciudad sin tiempo) que camuflan perfectamente un argumento que no había pasado ni el filtro para ser un capítulo de relleno de una serie como Supernatural. 
¿De qué va? Va de vampiros, de un vampiro nacido vampiro, hijo de un vampiro o demonio que vagaba por la ciudad en el siglo XIII. Este vampiro no se ha movido de Barcelona desde entonces así que es algo así como el cronista, nadie sabe más que él. Sin embargo, no está solo, se ve atosigado, espiado y azuzado cada cierto tiempo por una entidad que él mismo identifica como El Inquisidor, un ser de luz que busca hacer lo correcto para el curso de los acontecimientos. Si esperáis un combate cara a cara olvidadlo, esta guerra no se da. Si esperáis algo de retórica metafísica y alguna que otra referencia errónea de la gnosis, lo encontraréis en este libro. Si buscáis un libro misógino, gratuito y violento, este es vuestro libro, es el mío. Es perfecto para ilustrar qué os he querido contar y defender en esta actualización del blog.
A continuación os expongo una tabla con todos y cada uno de los personajes femeninos que salen a lo largo del libro... os dejo a vosotros sacar las conclusiones (disculpad las molestias)

NOMBRE
EDAD
PROFESIÓN
ESTADO
ANOTACIONES
Madre del vampiro
Se desconoce
Prostituta
Muerta.
Quemada por la Inquisición
Mujer de origen morisco, esclava de un prostíbulo de extramuros de Barcelona (s16-17).
Concibe al protagonista con un cliente que le obliga a llevar un cepo de tortura que la inmoviliza y la “protege” de un posible mordisco vampírico.
Huérfana de les Drassanes
-7 años
mendiga
Muerta.
Primera víctima del vampiro protagonista
Sólo se dice de ella que es una niña huérfana de escasa edad que mendiga y duerme en las calles colindantes a Les Drassanes (donde se construyen barcos).
Recién enterrada
20 años +/-
Hija de una familia comerciantes
Posteriormente sabremos que será acusada de hereje
Muerta.
Ahorcada por la Inquisición
De ella no sabremos casi nada, únicamente que fue enterrada con una cruz de cobre en el cementerio de (Sant Pau del Camp) la ermita en la que el protagonista vivía como ayudante del párroco.
Su tumba fue violada.
“Había sido muy guapa”.
“La niña que quería morir”


11 años


Criada


Muerta.
Víctima del vampiro


Criada de una familia de mercaderes.
Lo primero que se nos dice de ella es que es “pequeña, rubia, frágil, pero de sugerentes formas de alguien que pronto será mujer(…) labios carnosos y como dibujados a pincel”. Las vecinas dicen que será “mamelluda”.
Aunque en la casa en la que sirve es comandada por mujeres, “pater familias” abusa de la niña de 11 años (violación, sodomía).
Posteriormente también lo hará el Hereu (el primogénito).
Hay constantes alusiones al miembro de ambos en las descripciones, como si fuera una competición padre-hijo.
Huye y se esconde en los montes cercanos a Barcelona, cuando descubre que está embarazada le pide al protagonista que la mate.

Barragana del nuevo párroco de Sant Pau del Camp
“Una chica muy joven, casi una niña”
Barragana

Se desconoce
De ella sólo sabemos que es muy joven, que vive con el párroco de Sant Pau del Camp haciendo todos los trabajos pesados de la casa y que por las noches “se oía gemir, aunque no de placer precisamente”.
Eva
15 años
Criada y pagesa
siglo XVIII
Viva.

Eva corre a Barcelona embarazada de su señor que la “había poseído cuando acababa de cumplir quince años, dejando bien sentado que son los señores, y no los siervos, los que dominan las fuerzas de la Tierra”.
Combate en el asedio de 1714 en Barcelona: “La conocí en las murallas, cuando a pesar de su gravidez empuñaba una alabarda”
“Quiero que mi hija nazca libre” (11 sept 1714)
Da a luz una niña en medio de la entrada de las tropas borbónicas.
Nada más se sabe de ella hasta que el protagonista da con la bisnieta.
Chica condenada a muerte
15 años
Sin oficio
Liberal
Inicios s.XIX
Muerta.
Ahorcada por orden de Carlos d'Espagnac,
Parte de una conspiración para matar a Espagnac es detenida y encubre a sus compañeros.
Violada por el carcelero.
El Vampiro trabaja como parte del séquito del mismo Espagnac (capitán general de Catalunya en el reinado de Fernando VII) y se interesa por su caso, hablando con ella descubre que es la bisnieta de Eva.
Por ella sabemos que la hija que dio a luz Eva en las murallas fue criada en un convento del que solo salió bastante mayor para casarse con otro criado del convento. La hija que tubo trabajo toda su vida en una fabrica de hilados (14h diarias, menos los domingos por la noche).
La madre de la condenada a muerte murió en un penal de Maó (relacionada directamente con la Guerra del Francés/ Independencia).
Finalmente es ahorcada.
Claudia
20 y largos
Viuda “que no sabía llorar” de Serra (un liberal ajusticiado pocos años antes)
Aprox 1820
Muerta.
Suicidio.
Primera y única mujer que siente una atracción hacia el vampiro protagonista.
Lo invita a vivir con ella, lo quiere como amante y compañero de causa.
El vampiro accede a sus deseos y “me serví de todas las combinaciones en las que el pene no existe, y adiviné todos los secretos que las mujeres nunca revelan” PERO, Claudia “no quería un señorito burgués, sino un compañero íntegro, capaz de darle hijos y de luchar junto a ella”.
Él le confiesa qué es, ella se suicida colgándose de una viga.
Mujer X
Se desconoce
Ama de casa
Muerta.
Violada y asesinada por Isidro Mompart, un reo que el vampiro ejecuta cuando trabaja junto al verdugo de Barcelona (Nicomedes Méndez).
Querida de un burgués barcelonés
Se desconoce
Querida/Amante
Anfitriona y tertuliana literaria en la Barcelona de la segunda mitad del siglo XIX
Viva.
Ella es quien se encarga de contratar al vampiro para asesinar a Ildefons Cerdà.
Conspiradora.
Anita
13 años
Prostituta
Principios siglo XX
Viva
Trabaja en un prostíbulo de niñas en Calle Alfonso XII.
Sus padres la llevaron al prostíbulo para pagar al Estado la cuota que podría liberar a su hermano del servicio militar obligatorio.
Se ve en vuelta en una conspiración terrorista orquestada por uno de los clientes que a su vez es confidente de la policía. Tras servir como informadora desaparece de la escena.
La niña
3 años
Niña
(Guerra Civil)
Muerta.
Niña con síndrome de Down a la que el vampiro hace de profesor particular en una torre de la parte alta de Barcelona.
Morirá en un bombardeo.
Rita
Se desconoce
Criada y niñera
(Guerra Civil)
Muerta.
Antigua prostituta, perdió a su hija nada más nacer.
Criada y niñera de una niña con Down a la que quiere como su propia hija, cuando ésta muere tras un bombardeo morirá de pena horas después.
Prostituta inmigrante
Se desconoce
Prostituta
Muerta.
Contratada para mantener relaciones sexuales con un ex-preso, atada y amordazada es violada y estrangulada.
Su caso no centra ni 5 líneas en todo el libro, aunque se deja entrever que tiene mucho que ver con el modus operandi de otra entidad eterna como lo es el vampiro de la novela.
Marta Vives
Se desconoce
Tan buen punto se remarca su juventud como se resume todo su currículum, dándose a entender que es una mujer en la treintena
Abogada
Licenciada en Historia
Arqueóloga frustrada
Investigadora vocacional
Experta en linajes barceloneses
Procuradora
Articulista ocasional para publicaciones especializadas en heráldica e Historia.
Viva.

La otra protagonista de la historia.
Tremendamente ambigua.
MARY SUE.
Perfecta, humilde, modesta, deseable, nada presuntuosa, se considera a sí misma prescindible, todo para ella es un hobby y nunca nada tiene categoría de “trabajo profesional” aunque se le remarque pública y privadamente su profesionalidad.
Poco o nada interesada en tener relaciones sentimentales se deja entrever en un par de ocasiones que su experiencia al respecto pudiera ser nula/inexistente, aunque despierta pasiones.
De ella se nos dice varias veces y -obviamente sin venir a cuento- que posee un par de piernas espectaculares debido a su pasado de atleta. Por otra parte, la vemos totalmente ajena al deseo que provoca (incluido su jefe).
Intuimos una historia personal algo turbia con relación a su madre que jamás de llega a desarrollar
Asceta.
Heredera de un legado y linaje de herejes y mujeres maltratadas.
Aunque ella está presente desde el inicio de la novela, cuesta comprenderla como una protagonista: no quiere serlo, o más bien, no quieren que lo sea.
Nada incisiva, es sumisa verbalmente, serena, calmada, siempre correcta incluso cuando está siendo amenazada. Marta Vives es el ejemplo de la Good Girl.
En un quiebro rocambolesco, el vampiro únicamente entra en contracto con ella para mostrarle la improvisada tumba del hombre que protegió de la Inquisición a una de sus antepasadas, entre ellos (los dos protagonistas) no hay más nexo que este.

5 de enero de 2016

Forlandia

Víspera de Reyes.

Escribo sobre ritos de iniciación y deshumanización en las plataformas y andenes que conducían a los campos de concentración y campos de exterminio. Estoy harta de escribir Auschwitz y Ravesnbrück, especialmente estoy harta de Ravensbrück.

Escribo "deshumanización a escala fordiana"...
... y pienso en las utopías fallidas que en medio del Amazonas dejan pasar el tiempo, pienso en los trenes no como cintas transportadoras de trabajadores y caucho, sino como cordones umbilicales que religan a los recién llegados ante los andenes de la muerte con sus orígenes, pero a todos ellos se los deja huérfanos de futuros.

Escribo sobre cabezas rapadas, menstruaciones retiradas y pañuelos de rayas a modo de turbantes. Escribo por Annette Chalut y su sentido del humor y de la moda, escribo porque ella es el más claro ejemplo de Cuerpo Femenino en los campos de exterminio,o así me lo parece a mí.

Escribo sobre esos curiosos atopos (los no lugares) que existen donde los mundos se parten y florece un conjunto de perdidos como la serie homónima que únicamente tienen en común entre sí que son como quien camina deprisa por las terminales de los aeropuertos, con sus maletas y el billete de ida (siempre es de ida) como si de un contrato social se tratara, un nuevo contrato que los expulsara del resto de la especie humana, voluntaria o involuntariamente. Los perdidos reinan uniformes e iguales esperando la muerte o simplemente cambiar de estado sólido a cualquier otro.

Escribo también sobre el revestimiento de los submarinos alemanes, porque entre la estopa de algodón allí están trenzados los cabellos de las republicanas españolas, dado que los cabellos oscuros son más resistentes y nada escapa de esta gran fábrica.

Y pienso en la raíz etimológica del "limo" y en las crecidas del Nilo, repaso los apuntes sobre Víctor Turner y su teoría sobre la liminalidad, de quien está muerto socialmente y a la espera de recibir los códigos que le expliquen el funcionamiento de la sociedad a la que accederá cuando se cumplan a rajatabla las leyes de las transmutaciones y de las metamorfosis. 

Aventurado de aquel que se interna en la selva, de quien se deja devorar por el fuego y obtenga el preciado conocimiento sobre todas las reglas y la ética, y en qué forma se gobiernan allí los seres humanos, seres humanos renacidos como él o como ella. No, más bien hablo únicamente de ellas.

Víspera de Reyes y parece que nada me sale bien, aunque -obviamente- todo tiene un orden preciso y precioso dentro de mi cabeza. Y más bien me parece que de todo esto Italo Calvino debería haber escrito un libro y no sé si lo hizo o no, yo no lo he leído y me parece injusto.

Escucho Forlandia de Jóhann Jóhannsson (2008), minuto 4:22 de How we left Forlandia, la última de las composiciones del disco y todavía tengo algo más de 10 minutos por delante hasta que termine. 

Y así, dando tumbos, he vuelto. 
Hablando de todo y de nada, he vuelto...

22 de junio de 2015

Con el tiempo las historias se explican por si solas: Espejos

Con el tiempo las historias se explican por si solas.

Hubo una vez -una única vez- en que sorprendí a mí misma, fue cuando compré el tocador. A día de hoy sigue pareciéndome sorprendente y me pregunto si todavía vale la pena el esfuerzo que hice. 

Cargándolo en brazos me preguntaba por los aspectos más mundanos: si no iba a resultar demasiado grande, o demasiado estrecho; si no era demasiado blanco en comparación con el color del mueble donde me proponía colocarlo y claro ¿dónde iba a colocarlo? Sobre la cómoda, porque resulta ser una cómoda bastante alta y, por tanto, me era difícil decidir qué poner encima suyo para aprovechar mejor el espacio. Durante todo aquel tiempo, temía que, la que en principio me había parecido una excelente idea-compra, terminara siendo un mueble inservible, inútil, desaprovechado o excesivo.

Cuanto más vueltas le daba, más necesario me parecía hacerme con un tocador de base, y cuando por fin lo encontré era sencillamente perfecto: un espejo ovalo sobre una estructura formada por dos cajones a los lados y una bandeja profunda. Compré el tocador y lo coloqué sobre la cómoda, como había decidido, y durante un momento me sentí bien. Distribuí mis cremas (potingues variados) y perfumes como suelo hacer siempre a la primera: con desgana. Esperaba que encontrasen por si solos el modo de encajar como piezas de un puzzle sencillo (me sucede lo mismo con los libros de mi librería y con los calcetines en su cajón). Una vez, cremas y perfumes se organizaron primero por uso y después por tamaño, fue el momento de desordenarlo y volver a empezar. Cuando terminé -si es que alguna vez se termina de ordenar- pasamos a decorar las bases de los dos cajones. Isis primero, poco después un unicornio negro, Sekhmet substituyendo al unicornio hecho añicos, y por último, un par de velas con las que recordar diariamente a mis dos gatos. Actualmente, únicamente Isis y Sekhmet comparten el espacio, evitándose; entremedio, el espejo ovalado siempre cubierto con una tela blanca acorde a las tonalidades del resto del mobiliario. ¿Para qué quería yo un tocador?

No es el único espejo cubierto en mi dormitorio, en mi armario de tres puertas hay una puerta maldita. Es la puerta del espejo exterior, un espejo que de no estar cubierto (que lo está) reflejaría el pasillo casi perfecto que los muebles a banda y banda han abierto, y cruza mi habitación por completo.Ese espejo también está cubierto con una cortina improvisada, tela blanca. Encaje y repetición.

Repetición y encaje. Me pregunta mi madre y esquivo la pregunta, me preguntan mis hermanas, les critico que pregunten. Porque la respuesta es la misma que ya daba de pequeña, cuando me quejaba por el espejo que cubría toda la pared del recibidor (algo muy del estilo de los ochenta). Me veo a trozos. El espejo del recibidor estaba moteado y formado por espejos cuadrados que iban encajando como ladrillos en una pared. Con el tiempo, los paneles/espejos habían ido separándose porque los edificios también cambian de postura y los muebles crujen, los cajones no cierran como antes y entre baldosas van apareciendo trincheras oscuras. Con el tiempo, el espejo-pared del recibidor de mi casa me descomponía, me mostraba surcos donde no los había y decidía por mí convertirme en una muñeca de trapo descoyuntada.

¿Por qué cubres los espejos, Clara?
Para no verme a trozos.

Descubro que existe la catoptrofobia, que se define como el miedo a los espejos y a mirarse en ellos. No es el conocido miedo supersticioso a romperlos en trozos irrecuperables, no es por los 7 años de tristezas, ni si quiera por la posibilidad de ver un más allá acercándose si me quedo quieta entre dos espejos observando de mientras las puntas abiertas de mi pelo y la arruga tan fea que me hace esta camisa en la espalda. No es ese tipo de miedo que podría encajar en la sinopsis de una mala película de género. No lo es.

Sin embargo, el recelo y la distancia están ahí. Un espejo entero me produce la misma inquietud que un espejo descompuesto en cientos de pequeños trozos y esquirlas. Vivo rodeada de espejos y superficies lisas en las que reflejarme y de todas ellas sin excepción huyo en la medida que me es posible; y si no me queda escapatoria, trato de conciliar el pensamiento de que en realidad no están ahí, que no pueden reflejarme sin interesarse en mi consentimiento. En cierto modo, supongo que mi alma sigue siendo mía (si es que fuera esa la raíz de este miedo)
Evito pasar por delante de espejos del mismo modo que los confronto de no quedarme otra opción. Cuanod los confronto evito darme la vuelta dándoles la espalda, lo que convierte compartir ascensor en algo un poco más incómodo de lo que ya de por si es normal. La nuestra es una relación complicada, repleta de bailes y concesiones; la nuestra es una relación complicada porque no existe ese rechazo visceral a la presencia del otro que tan fácil hace las cosas, sólo existe la exigencia de la prudencia ante una sensación de peligro velada y vestida con ropajes de cotidianidad (el peor de los escenarios).

En la imagen que el espejo ofrece, encontramos tan sólo un aspecto de nuestra figura física, un instante de nuestra expresión en una imagen fragmentaria. Por eso la rechazamos, aunque sea bella; nos horroriza, ni puede ser aceptada; pues la unidad del ser viviente rechaza como degradación, y aun calumnia, su descomposición fragmentaria. Aunque sólo sea porque la fragmentación de la vida la reduce a muerte, al ser. Es espejo nos dice así eres. Y es cierto, en tanto que ser, desde el ser así somos. Mas no es cierto, porque es sólo un instante y es quietud aunque nos estemos moviendo, y es parcial (...) *                                                        
 *María Zambrano, Los Sueños y el Tiempo.

Temo los espejos, porque me reflejan quieta, descoyuntada y fijada a un punto sin abarcar la totalidad de lo que soy, descartando todo lo bueno y todo lo abyecto que hay en mí. Por eso cubro los espejos con velos blancos, velos de blanca muerte.

Tengo miedo a los espejos

29 de diciembre de 2014

Última cita de lunes, última cita del año: D'Annunzio



Los acontecimientos más ricos nos llegan mucho antes
de que el alma se dé cuenta. Y cuando comenzamos
a abrir los ojos sobre lo visible, ya éramos
desde mucho tiempo atrás adherentes a lo invisible.

Gabriele D'Annunzio, Contemplación de la Muerte (1912)





22 de diciembre de 2014

Io Saturnalia: a los dadores de vida, vida!

El transito de la vida es una pista americana de entrenamiento que el Sargento de Hierro ha diseñado con sádico mimo. No hay más. Yo acepto las pruebas, me hinco de rodillas o tomo impulso, las realizo.

Desde hace una semana enciendo cada día un par de velas y mientas permanezco en casa no dejan de consumirse. Aquello que empezó para procurarme un poco de consuelo, va camino de tomar nuevos significados.

Este año empezó siendo un año de despedidas; durante once meses he tenido tiempo de asimilar el padecimiento y comprender los sacrificios que he llegado a realizar. Ha sido un tiempo dedicado, para vivir la ausencia y el recuerdo también, tiempo de maravillarme por mi falta de lágrimas y de agradecer el amor que se me prestaba y que no consideraba compensación por nada ni para nada de lo que he vivido hasta el día de hoy.

Este año termina con despedidas, y esta vez son repentinas y crueles para los que nos quedamos. Los extremos se tocan, estallando dejan un sabor de boca a cenizas de folios blancos y anestesia. Este año termina cerrando su ciclo con mayor claridad que en anteriores, este año sella un ciclo de doce eras, doce tránsitos, doce estadios, doce años y doce celebraciones en las que preferí no estar.

El sol muere y durante tres días vivimos en la añoranza de cuanto ha sido y deberá volver a ser, es "reflejo en el reflejo reflejado es todo lo que hay" que decía Yeats. La añoranza es un estado que vestimos como una prenda dada, su condición es la de una corona que nos es colocada sobre la frente presionando la nuca. Duele al tiempo que agradecemos que así sea, que duela y siga doliendo, que viva y siga viviendo.

Escribo esto sin elaborar qué quiero decir; escribo esto con la contención que conlleva la espera cuando el tiempo pasa lento. Espero al Sol Invictus, espero su renacer, su luz tiñéndome de vida, la esperanza de cosechas abundantes y la revelación de que la vida prosigue y corre en nuestra contra.

 A los dadores de vida, vida!

Io Saturnalia! Sed felices, amad a los que os aman, amad sin concesión, sin destinación. Amad la vida, su intensidad en la muerte. Amad la espera, el duelo, la añoranza, la derrota y su triunfo. Amad su misterio.

2 de octubre de 2014

Cachalote varado en las trincheras al que le crecen sus algas internas

¡Inaudito!
 
Más veces de las que nos pensamos damos vueltas sobre una misma situación, una única idea o un sólo hecho de nuestras vidas (vamos, por generalizar y abarcarlo ya todo). 

Lo hacemos totalmente obsesionados por avanzar y finiquitar esto o aquello que nos atosiga y  perturba el trajín insubstancial de los días (siento estar rebozándome peligrosamente con el harinado del nihilismo). Pero, es cierto, que nos vemos desde dentro con un falso objetivo focal y desde fuera a vista de mosca molestona, nos vemos totalmente concentrados (así lo cree usted, pero no) en solventar aquella duda, esa otra idea que se empecina en aparecer y desaparecer; focalizados en aquella situación y aquel otro evento de más allá circunspecto a lo que es el vivir... y en los condimentos que lo especian hasta convertirlo en algo intragable, indigesto...

Configuramos un rol de guerrero y, con él y dentro de él, batallamos -oh sí, como nos gusta pensar que lo estamos haciendo-, batallamos contra esos socavones que mutilan la perfecta llanura de la vida, que habíamos imaginado como ese prado verde acariciado por las nubes y barrido por la luz del sol, solo que la idea nunca fue nuestra. 

Así, pendientes de la contradicción, describimos la perfecta escena de nuestras botas hundidas en el lodo de la zanja de la que esperamos salir; sabiendo que, tras esta zanja vendrá la siguiente trinchera, y que de reojo, con el cuello torcido en un ángulo correcto, el horizonte no se afea, pues los surcos cavados apenas son visibles. 

... como si pudiéramos encontrar consuelo en tan poco.

Tratamos de impulsarnos un poco más, frotamos las manos, al tiempo que nos encomendamos a quien quiera buenamente asistirnos y concluimos que "debemos salir de aquí". No hay nada mejor que una huida hacia delante ¿no?. Por esta razón, o más bien, influidos por ella actuamos con prisas, resbalando en el material inmaterial que nos sujeta (nos olemos que dicho material es el propio del fracaso y de la desdicha). Nos agitamos con la idea de que bien somos como la mosquita en la telaraña ¿Quién teje semejantes trampas a nuestro alrededor? Que no me entere yo quien es. Nos recorre la amarga evidencia de estar desperdiciando la vida en su sentido más completo, más circular, como si fuera a vencernos un plazo funesto en nuestros calendarios. 

Sin embargo, tal vez, (eh, solo tal vez) la zanja y el socavón -esa metáfora de nuestros "problemas"- están ahí para que les prestemos atención y cavemos más hondo, ampliemos su recorrido y si el horizonte de los días ha de ser como un prado colindante de Verdún en 1916, que lo sea, por algo será. Lo más normal sería que el socavón-zanja-trinchera sirva de refugio, lo más normal sería que el socavón-zanja-trinchera se convirtiera en el lugar desde donde ser y estar, en donde dejar de pretender que se dispone de un tiempo para cada cosa y verter todo ese tiempo en ser y estar, en palpar el agujero negro en el que nos hemos metido (con o sin ayuda) y determinar si son estos los confines o no de nuestro futuro inmediato... una suerte de "hogar"... y si lo fuera, decorarlo para el tiempo que dure este alquiler, recordad que en septiembre llegó el catálogo de Ikea.

Siempre he pensado que las estanterías Billy irían de lujo con un puñado de pensamientos como: "Quiero avanzar, hacer algo de provecho" o "¿Dónde dejé mis sueños?". Los tendríamos visibles y al alcance de la mano.

Particularmente, si me preguntáis (si es que os lo preguntabais) estoy atorada, varada como un cachalote (ni más ni menos) en una playa en donde todas las horas son de marea baja. Y hay días en los que me desespero y quierosalirquierosalirquierosalir; en cambio, tengo otro tipo de días en los que me siento como anestesiada, pero eso debe ser porque con este traje de ballena ya no me llega el aire al cerebro. ¿Es todo tan malo? No lo sé, pero sí sé que por suerte para mí, hay otros tantos días en los que veo con cierta claridad que estar estancada y varada no es parte del final, sino parte del propio proceso de estar y de ser en la creación de mi vida, aunque confieso que con el paso de los años eso de utilizar un pronombre posesivo a veces me resulta un poco pomposo.

Me digo: "Si estás engarzada a este punto será porque si fuera un tapiz, el diseño te pediría más puntadas, y si fuera una pintura mural necesitarías más color en los contornos; si fuera un poema necesitaría ir más allá... pero eso es algo que siempre pasa con los poemas, buscan la esencia de las espirales, no te traumes". Y, sin embargo, en lo único que puedo pensar es que en un arrebato de honestidad le diré al mundo que soy un manojo de ortigas, de piedra pizarra y cochinillas de la humedad fingiendo ser un ser humano, eso sí: vestida de cachalote varado, tal y como hemos convenido previamente.

Así que, cuanto me lo permite mi traje de ballena, me dedico a admirar el paisaje prestado en el que me encuentro: la playa con perpetua marea baja y el socavado prado colindante a Verdún en 1916. Un milagro dado que no cuento con periscopio.

Cuando me doy cuenta de la inexistencia de movimiento en mi tiempo y cuanto parece que se agita con gusto el mundo exterior pienso en mi aloe vera, en el cactus de mi oficina y en las palabras de María Zambrano: 

(la planta) ni duerme ni está despierta porque se alimenta continuamente, porque está fija en su lugar, en quietud absoluta en lo que hace al movimiento de traslación, que marca la diferencia, en verdad abismática, entre los dos grandes reinos de la vida. La falta de lugar fijo, la posibilidad y aun necesidad de buscar, de recorrer, de enseñorear un espacio que lleva consigo la marca de la indigencia animal, le hace despertar. 

Y añade: 

La planta está siempre presente. Su ocultación es su muerte y su estado de latencia. En ella ciertamente hay un movimiento, que es un actualizarse, un florecer en plenitud, un aparecer en toda su presencia para decaer, como llama que se enciende y apaga.  
(Los sueños y el tiempo. Ediciones Siruela, 2ª edición, 2008.)

Soy, por así decirlo, un cachalote varado al que las algas de su estómago devoran. 
Soy, más bien, el verdecillo que crece en las paredes del socavón, allá donde me agarro tratando de salir.

No me queda claro, pero soy en movimiento o varada, dentro o fuera, planta o animal.

16 de mayo de 2014

Maria Gaetana Agnesi y la bruja que olvidamos que era cuerda marinera

Maria Gaetana Agnesi
Milán, 16 de mayo 1718- 9 de enero 1799.

Los Doodles de Google son en sí mismos un pequeño fenómeno que sucesivamente va filtrando sus consecuencias y derivados en nuestras vidas internatutas. Nos entretiene y nos sacude con elegancia, y nos recuerda casi diariamente que siempre hay algo nuevo que descubrir o algo viejo que recordar. 

En el día de hoy, un día insulso, con viento y sol, un viernes más (yo pensaba que tenía anginas, pero al final ha resultado que no) Google nos ha regalado la efemérides del nacimiento de María Gaetana Agnesi, una de tantas mujeres fascinadas/dedicadas a las matemáticas que la Historia convierte en historias con h minúscula, porque todo lo que es historia sin mayúscula son anécdotas. 

Bien, pues María Gaetana Agnesi fue una grandísima matemática, autora a los treinta años de Instituzioni analítiche ad uso della gioventú italiana (a partir de ahora nos referiremos a ella como Instituzioni) una obra en donde a lo largo de sus más de 1.000 páginas fija los conceptos del Cálculo, desde la álgebra hasta llegar a las ecuaciones diferenciales. El valor de la Instituzione radica en el lenguaje empleado, en la claridad y orden con los que se abordan los conceptos y -muy especialmente- en los ejemplos que Agnesi eligió para ilustrar cada uno de los elementos.

La Bruja de Agnesi
Es en la Instituzione que descubrimos a la "Bruja de Agnesi" por el que la propia Agnesi logró hacerse con un puesto en los anales de la matemática, aunque dentro de poco descubriremos otros motivos por los que Agnesi merece un puesto de honor en las universidades italianas. 

La Bruja no lo era, la Bruja no existió entre el centenar de ejemplos de Agnesi, ella jamás se propuso llamar Bruja a su solución a la curva de Fermat, más bien pensó en metáforas, y ¿qué hay más semejante a una curva que una cuerda trazando diseños en el suelo? Agnesi pensó en un cabo, pensó en una cuerda marinera, escribió La Versiera (cuerda marinera con un giro que recuerda a la curva cónica), pero, cuando la Instituzione fue traducida, la cuerda marinera integró su artículo determinado y en trajín apareció un apostrofe. La Cuerda ya no era cuerda, era bruja: l'Aversiera (la malvada/ la bruja... en algunas otras traducciones también se habla de diablesa). Curioso y, como todo lo curioso, un poco malévolo (vamos, que ni hecho a propósito). La mala traducción rodó de idioma en idioma y al final todos concluimos que la cuerda era bruja y a otra cosa,que ya estábamos perdiendo mucho el tiempo.

En 1750 el Papa Benedicto XIV requirió que Agnesi tomara posesión de la cátedra de matemáticas y filosfía natural de la Universidad de Bolonia, pero según sabemos Agnesi, seguramente, no llegó a tomar posesión de la cátedra. Sabemos también que en aquellos años la matemática que había asombrado a todos, la dedicada autora y editora de la Instituzione, el que fuera reconocido por la Academia de Ciencias de París como el mejor tratado en matemáticas publicado jamás, había decidido apararse del estudio matemático, según sus palabras "(...) ella ya no estaba preocupada en aquellos temas"

Entonces, ¿en cuáles?. Lo más cercano a la mística de los números, la mística de lo simbólico: la religión.

Maria Gaetana Agnesi quiso ser monja desde muy joven, no obstante, su carrera académica la alejó de su deseo, y disfrutó durante años -puede que con cierta incomodidad- de la vida holgada que le ofrecía su reconocimiento público y la riqueza de su padre (el cual NO era un matemático como se ha querido imponer, si no un comerciante, un rico comerciante milanés). Tal vez, la muerte del padre desencadenara que Maria Gaetana Agnesi se alejara de la esfera pública, decidiera cambiar de orden sus prioridades y vistiera los hábitos, como según algunos autores aseguran, los hábitos azules de las agustinianas dedicadas al cuidado de dementes y enfermos terminales en los diversos hospicios que la orden tenía.

Cambiar el orden de sus prioridades no significa 1) que fuera obligada a dedicarse a las matemáticas como algunos han querido ver, tampoco significa que 2) se deba poner en tela de juicio la autoría de la Instituzione, este es un debate muy antiguo y del que parecer ser que solo unos poco parecen adscribirse; tampoco significa 3) que Agnesi desperdiciara su enorme capacidad echándose a perder al tomar o no los hábitos, en definitiva: aburriéndose. Porque las mujeres nos aburrimos rápidamente, no somos constantes porque no podemos serlo debido a nuestra esencia voluble, a nuestro ánimo caprichoso y a que tenemos cientos de cosas a la vez, hirviendo, que es el peor de los estados.

María Gaetana Agnesi fue una niña prodigio, según los comentarios de la época, fue una niña que a los cinco años de edad ya dominaba su lengua materna y el francés, a los nueve años su dominio del latín, griego y hebreo fascinaba a la audiencia que se congregaba en casa de los Agnesi en Milán, fue en la adolescencia que Maria Gaetana se decantó por las matemáticas. Una niña prodigio, alentada por su padre, expuesta como una delicada fruslería de encajes, ricitos y conceptos filosóficos, análisis semánticos y teorías astronómicas como también lo fueron Laura Bassi (1711-1778) o casi un siglo antes Elena Cornaro Piscopia (1646-1684). Laura Bassi, matemática y anatomista fue nombrada profesora de filosofía en la universidad y miembro de la Academia de la Ciencias de Bolonia, por su parte, Elena Cornaro Piscopia fue la primera mujer en obtener el título de doctora en una universidad europea.

Tal vez otro día debería tirar un poco más del hilo y desentrañar todos los nudos en los que mujeres como Agnesi, Bassi o Cornaro parecen perderse para convertirse en patrimonio de los más especialistas. Se les ha negado la oportunidad de llegar al "gran público" y es por ello que celebro que en un viernes tan insulso como el de hoy haya quien descubra a la falsa bruja de Agnesi y haya también quien recuerde que una vez hubo una niña políglota y mimada que llegó a darle nombre a uno de los valles del planeta Venus.

LA FIN



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