12 de febrero de 2010

anécdotas de Clara saliendo tarde de la oficina

Hoy es Santa Eulalia, antigua patrona de Barcelona, motivo que tomaré como excusa barata para re-abrir el blog sobre la Edad Media, aunque me gustaría realizar algunos cambios estéticos primero.

Ya hace prácticamente una semana desde mi última actualización, me hubiera gustado escribir, pero he tenido una semana complicadilla, cuesta arriba con entregas del Máster (que voy atrasada) y el trabajo, que os voy a contar nuevo...

PERO, hoy aquí y ahora escribiré la entrada que prometí, sobre mis anécdotas de cuando salgo de trabajar demasiado tarde. Que tampoco es gran cosa

1) Por lo general me conozco a los conductores de la línea que me lleva a casa. Podría coger otras que me acercan bastante y hacer trasbordo pero a partir de las once de la noche es desaconsejable por varios motivos: horarios y compañías incómodas/indeseables. Como decía conozco y reconozco a los conductores de dicha línea, a lo largo de la semana se turnan de tal modo que resumiendo son tres: un chico joven con un sospechoso aire a Cristiano Ronaldo (bleg) que ha resultado ser el más majo de todos y que me da conversación cada vez que subo al bus desde el primer día que nos topamos, hasta el punto que cuando lo cambian de turno y me lo encuentro por las mañanas repetimos el ritual de la noche aunque vaya acompañada. El segundo es un hombre de unos cuarenta largos que cuando me ve subir al bus cargada y con cara de a) cabreo b) desesperación "¿qué hago con mi vida?" c) empanamiento supremo me sonríe... y de verdad nadie os debería sonreír como me lo hace él, porque es una sonrisa triste, como piadosa, que me dice: pobrecita pobrecita pobrecita. Y sí, pobrecita de mí oh oh, pero eso me lo digo yo si un caso. El tercero, es otro hombre, éste mucho más mayor, debe de estar cerca de la jubilación y por eso se me hace extraño verlo en el último turno, este hombre nunca me dirige la palabra pero cuando subo inclina la cabeza a modo de reverencia. Me he fijado que solo se lo hace a las mujeres que suben, que a esas horas no somos muchas, es un gesto bonito, claramente diferencial y toda esa pesca que estoy escuchando/leyendo en los chats que mantengo con mis compañeras de máster (Diferencia Sexual) pero a mi me gusta.

2) De camino a la parada del bus hay un pequeño restaurante que hace esquina (mi oficina se encuentra al final del trazado del Eixample) y está totalmente abierto, quiero decir que no tiene paredes sino cristaleras decoradas con madera. "El Mirador" realmente el nombre es el idóneo. Pues bien, cuando salgo de trabajar tan tarde me encuentro con los chicos del taller de motos que hay dos porterías más arriba de nuestra oficina. Salgo con hambre así que aunque mi cerebro diga "no mires qué cena la gente maleducada" irremediablemente miro algunas veces, y espero que no con mucha cara de hambrienta, que me daría mucha vergüenza pasar por esos niños made Dickens que se quedaban obnibulados delante de las puertas de los restaurantes *risa*. El caso es que a principios de enero, una noche salí tarde, tardísimo, tanto que estuve por llamar al jefe, despertarle y decirle que cogía un taxi a cargo de la empresa; cuando pasé por delante del restaurante salió uno de los chicos del taller y me preguntó si quería entrar y cenar con ellos que era muy tarde.
Obviamente le dije que no. Porque una siempre tiene que decir que no por defecto, porque el mundo nos ha enseñado a la mujeres a decir que no, porque nunca estás realmente a salvo y eso a los hombres que no tenéis nada que ver con toda la mierda que a veces viene a mal de suceder os debe romper los nervios y las esperanzas.
Dije que no entre sonrisitas aunque, realmente me moría de hambre, estaba asqueada y el chico era majo (al menos él) y lo veo cada día. Pero a pesar de todo ello, la chispita de miedo siempre está ahí, chisporroteando y lanzando avisos.
Cabe decir que cuando doblo la esquina y me los encuentro ocupando media acera mirándose una moto les saludo.

Tengo otra anécdota de "El mirador", era cuando todavía las noches no eran tan frías y podían tener dispuesta la terraza. Dos hombres de mediana edad se tomaban una caña, no sé si eran trabajadores de la docena de oficinas y despachos que hay en ese tramo de calle... no lo sé, no me sonaban. Cuando crucé el semáforo uno de ellos se levantó y me dijo en voz bastante alta: "Morena ven a tomar algo con nosotros, te invitamos"... ante esto una no aprieta el paso pero tensa más los músculos de las piernas no sea que tengamos que apretar el paso al final, sin mirármelos me fui directa a la parada de autobus y el muy cabrón (el bus XD) tardó 15 minutos en llegar (Argh) así que aguanté los reclamos del señor que me pedía unirme a ellos, y otras cosas que preferí no escuchar.

3) Lo malo de salir tarde de trabajar es que es de noche, noche, noche cerrada que dirían los literatos... y lo malo de salir tan de noche es que si vaas vestida de negro te camuflas la mar de bien y claro hay que ir con muchisisisisimo más cuidado a la hora de ejercer de peatona, porque claro un borrón negro cruzando un paso cebra puede ser fácilmente confundible con la sombra de una alma en pena cruzando el paso de cebra... ya...
Esta no era la anécdota, pero quería dejar constancia de ello, ni que Barcelona fuera una ciudad oscura de noche, con toda la luz que hay ^^U
La anécdota es que vistiendo de negro me he llevado uno de los comentarios más "RAROS" de mi vida y no fue de noche sino entrando a la oficina a las 19h de la tarde (noche noche no es pero me sirve igualmente)

"Guapa, ¿De negro? Te has equivocado de color"

Analicemos (si es que podemos). ¿Qué quiso decirme? Que una chica mona (como yo ha...ha) no puede vestirse de negro, pregunto. ¿Que el negro no es idóneo? ¿que me afea? ¡¿EL QUÉ?!
Bah! que decir que me dejó totalmente traspuesta y no sé a día de hoy como encajar el comentario...

Y con esto ya hemos terminado (por el momento) otro día os comentaré las cosas que me encuentro por la calle cuando salgo tarde de la oficina.

2 comentarios:

Karstiel dijo...

Jopelines, hay historias que yo siempre me pierdo :/ Quizás sea por mi aspecto y el lado varonil del mundo, pero mi existencia por las nocturnidades suele pasar tranquilamente por delante de todo el mundo.

Sí, mi vida es más tranquila pero, jopelines, ¡se pierden ciertas cosas!

Clara dijo...

Yo la verdad es que no me había topado con tanta gente rara hasta trabajar en esta oficina. una cosa es salir de fiesta y otra muy diferente es salir de trabajar a horas intenpestivas los días de cada día... son dos situaciones diametralmente opuestas.

Y sigo preferiendo la gente rara que te topas a las 3h saliendo de copas un sábado que no la gente que puedes toparte un miércoles a las 12h de la noche ^^UUUUUU

Luego, está que la mitad de las cosas que me pasan no me pasarían de ser tío... sobretodo lo del chico del taller... XD

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