24 de diciembre de 2012

Sol Invictus: Saturnalia, Mitra y Jesus

Como suele pasar en todas, prácticamente todas, las tradiciones cristianas, estas solamente son el estuco decorativo que debajo contiene paredes mucho más antiguas, murales mucho más originales y retratos más fidedignos.

Hoy es Nochebuena y mañana Navidad. A penas hace tres días celebrábamos el solsticio de invierno y aunque el fin del mundo se hace presente mediante el atípico calor que hace. Hemos de esperar (pacientemente) que la niebla que cubre Barcelona se torne helada y se condense en nubes prietas; para que realmente el reino del sol decaiga.

La festividad de la Natalis Solis Invicti era el clímax de las celebraciones que comprendían un periodo aproximado de una semana dedicado al dios Saturno, eran y han sido conocidas siempre bajo el nombre de la(s) Saturnalia.

Las Saturnalia comenzaban poco después de la segunda quincena de diciembre, hacia el 16-17, como solía pasar en todas las festividades romanas, se daba pie con un gran sacrificio en el templo de Saturno, a los pies de la colina del Capitolina. Tras el sacrificio, la multitud congregaba exclamaba Io, Saturnalia y oficialmente se ponía punto y final a los trabajos agrarios de siembra, y por el contrario, comenzaba un periodo de descanso oficial en todas las zonas de la República y posteriormente del Imperio que desembocaba en el solsticio de invierno. Las Saturnalia llegaron a ser conocidas como las festividades de los esclavos, puesto que se los liberaba de grandísima parte de sus quehaceres (sobretodo, de ese trabajo agrario que se daba por finalizado), se les aumentaban las raciones de comida e incluso llegaban a compartir mesa y juegos con sus amos en los banquetes celebrados días y noches. Durante los siguientes siete días, como ya he avanzado, se celebraban banquetes en honor al dios y las familias se entregaban obsequios, especialmente a los niños se les obsequiaba con juguetes y amuletos, además eran común el expresar todas las buenas voluntades/ deseos para el siguiente curso de estaciones que estaban por venir.

En todos los ritos y ceremonias el fuego cobraba una gran importancia, las cabeceras de antorchas presidían cualquier reunión y peregrinación, el fuego siempre era avivado en extremo; algunos estudiosos de las religiones relacionan las procesiones o serpientes de fuego presentes todavía a día de hoy en gran cantidad de zonas rurales de Europa con el recuerdo de aquellas otras prácticas religiosas del mundo romano. Las serpientes de fuego semejaban el curso del astro rey hasta el solsticio de invierno, encaminándose lentamente hacia la muerte. Del mismo modo, las procesiones de fuego iban a morir en las grutas de las montañas, tal y como hacía el sol. Pero, una vez llegado el solsticio de verano las mismas serpientes de fuego recorrían el camino inverso para convocar al sol en las cimas de las montañas.

No obstante, esto último se produce ya muy avanzada la edad media y tras un proceso de total mestizaje con otras tradiciones, especialmente celtas.

Volvamos al mundo romano. Al final de la Saturnalia, curiosamente el 25 de diciembre, se celebraba por todo lo grande el Nacimiento del Sol —Natalis Solis Invicti—. Con el tiempo, se ha relacionado el nacimiento del sol con la fortaleza del culto de Mitra en el Imperio, como si ambas no pudieran existir por separado o la una fuera el preludio de la otra y ésta su única causa. No es cierto. Las Saturnalia son festividades dedicadas a la segunda deidad de la trinidad de dioses romana: Jupiter, Saturno y Quirino, estos son los tres dioses más importantes y venerados en el meollo de la religión romana. Saturno, obviamente no es una deidad solar, su reino no es el celeste sino el subterráneo (muertos y semillas), y la celebración del nacimiento del Sol, aunque relacionada, estaba en cierto modo desprovista de una deidad propia, por más que Febo/Apolo fuera el dios que tiraba del carro solar. No existió una personificación directa con una deidad hasta la introducción del dios pérsico Mitra/Mithra en el Imperio hacia el 62 a.C. con el retorno de las tropas de Pompeyo de Siria. (No confundir con el Mitra indio).
solinvictus

El Mitrianismo fue una religión de carácter mistérico, escindida o derivaba del mazdeísmo según se la entienda como una herejía de la misma o como una corriente incorporaba en su extenso cuerpo doctrinal. Se conoce más bien poco debido a la escasa documentación contemporánea que se escribió, pero se sabe que su difusión por el Imperio se produjo a través de las tropas rasas y de las élites de los cuerpos militares, tanto es así que, por ejemplo, que llegó a ser conocida como la religión de los militares, en exclusiva.




La fusión entre celebraciones y dios se debe, según algunos estudiosos como David Ulansey a que Mitra siempre es representado a lomos de un toro blanco derribado al que asesta una puñalada en el lomo y de cuya herida surge el mundo. El toro/taurus es obviamente una figura solar en todos los pueblos indoeuropeos, así pues, Mitra asesta el golpe final al animal-sol, pero de su herida brotan los frutos del mundo. El Sol puede morir; sin embargo, renace, sana de su herida y vuelve a prodigar frutos. Es una celebración de vida dentro de una cosmología cíclica, donde el sacrificio del toro es sin duda una figura de salvación. Como curiosidad extra decir que el relato de dicho sacrificio especifica que se la columna vertebral del toro surgieron los cereales y que su sangre se tornó en vino... ¿os suena de algo?. De hecho, si realizáramos una comparativa simbólica entre cristianismo y mitrianismo no encontraríamos demasiadas diferencias, prácticamente ninguna.

Antes de seguir avanzando, comentar que en los rituales romanos el sacrificio de un toro o buey blanco era la mayor hecatombe que el pueblo romano podía ofrecer a sus dioses, siendo por norma general que solo le fueran ofrecidos, consagrados y sacrificados en honor al dios Júpiter.

Volviendo al Sol Invictus y en lo que ha quedado de él.

No fue complicado para los primeros cristianos surgidos, debemos recordarlo, en un contexto romanizado relacionar a Jesus con "Sol Invictus!, pronto fue conocido como el "Sol de Justicia" (Malaquías) o citándose directamente a San Juan como "La luz del mundo". Desbancando así cualquiera de las anteriores identificaciones: Horus, Mitra, Apolo, Gabla, los propios dioses-emperadores del Alto Imperio romano, Jesus fue considerado el Sol Invictus por la cada vez más mayoritaria base de creyentes y conversos. De forma paralela discurría el debate entre los teólogos cristianos sobre la fecha concreta del nacimiento de Jesus, por aquel entonces se barajaban fechas cercanas a la primavera (abril-mayo) debido a una lectura realista del propio relato de la natividad (censos de población, pernoctaciones a cielo descubierto, festividades ect). Pero no fue hasta la llegada del pontificado del Papa Fabián (s.III- vigésimo pontífice), que se decidió dar el punto y final a la polémica sobre la ubicación de la festividad de la Natalidad en el calendario propio de los cristianos perseguidos. Finalmente, fijándose esta el día 25 de Diciembre y calificándose de sacrilegio a quienes intentaran especular con cualquier otra fecha. Pero como sabéis, el debate no estaba tan cerrado como el Papa Fabián y sus coetáneos creyeron haberlo dejado, porque con el cisma de Oriente, la Iglesia Armenia (y por extensión, rusa) oficializó que la Natividad había tenido lugar el 6 de enero, mientras que la Iglesia más antigua, la Copta (Egipto) siempre la ha celebrado el día 8 de enero.

Ni medio siglo después de la decisión del Papa Fabián, el Emperador Constantino adoptó la religión cristiana en la firma del Edicto de Milán (313 d.C) y con él el Imperio fue paulatinamente cristianizándose, no siendo, sin embargo, hasta el 336 que la Navidad queda establecida en el calendario juliano.


Ave, Sol Invictus

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