9 de junio de 2008

poesia alunizadora




Tengo un duende que me pellizca el nervio (uno cualquiera) de la cabeza y la mirada. Me duele, bastante, entre comas; me duele como para irme a casa.


Carved in stone, Rob Gonsalves




Año 1000


Creí ver un enjambre de abejas
en el pórtico de la posada.
Y el ciego que nos acompañaba
descarnándose se tornaba soldado.

Cruzando el meridiano
del año 1000
los hijos de mi madre se pudren.


Baja el Leteo por las callejuelas,
pidiendo limosna
hasta la plaza, dónde
pende tu cuerpo ovacionado.


Y nosotros que sólo sabemos cantarle con vino a Dios
al Diablo esperábamos sacarle mejores dados,
antes de que nos arrancara los dientes...
nos arrepentimos del pus que nos corre por las venas
escarvando en la roca de la memoria.


Si colgamos de la generosa soga.
Si ya sabíamos que pernoctamos
en el páramo que apesta a óxido universal.
Porqué seguimos alzando las manos
enseñando las jorobas.


De la estupefacción al perfume
y por un instante sé que la Macabra
me guarda un baile en esta esquina.
Brillante y coronada.
¿Se visten en el Paraíso con estos andrajos?
















2 comentarios:

Addictive Epicurean dijo...

Suena extraño conociéndonos y conociendo las circunstancias. Pero el placer de leerte...

Me alegro de ver que el pozo sigue siendo pozo y tú ya me entiendes. Cada vez cotilleo entre tus líneas me da la sensación de que puedo aprender un poco más de ellas. Me falta tanto, tanto, tanto...

Ahora mis días están un poco más completos.

Clara dijo...

Empezaba a estar asustada a pensar que no podría escribir de nuevo
y me oprimía el corazón (de verdad de la buena osea!XD)

Pero parece ser que se ha pasado ya

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