14 de noviembre de 2010

Nano (III) y otras desgracias

Está resultando más complicado de lo que pensaba compaginar el desgaste emocional y físico de este mes en la oficina (mes de las elecciones al Parlament de Catalunya) con la sana intención de, una vez liberada del primer año del máster, dedicarme en cuerpo y alma a la redacción del Nano.

Prácticamente imposible, voy muy atrasada y esta tarde deberia estar aprovechando, pero mi cabeza está más por la labor de recrearse en lo maravillosamente miserable que es que en otros menesteres, mucho más lúdicos. Allá donde miro veo gente mucho más preparada que yo, con las ideas claras, con CV de infarto y la facilidad de las oportunidades que sí se les presentan (aunque sea de refilón). En cambio, yo, me veo y siento mediocre, me veo y siento aletargada y me veo y siento enclaustrada en una única opción que intento sacarme de encima con disolvente y rasqueta. Cinco meses más, ahora solo me pido cinco meses más... pero es que cinco meses atrás me pedía un-dos meses. Todo el mundo dice tener un tope, un punto en el que la situación toca un resorte y salta por los aires, se desmontan los mecanismos y de la crisis fortuita se cae en un pozo o se proyecta hacía un infinito (y recordemos que el espacio exterior es negro, negrísimo, pero no por ello menos evocador que la negrura de los pozos y las simas dentro la tierra).

Vivo como dejándome en casa las llaves, como olvidándome la lista de la compra, en piloto automático hago lo mínimo y lo sé, lo siento, lo ven todos: no estoy aquí, estoy en otro lugar, muy lejos -lo más probable- y sino tengo espacio para maniobrar es porque sencillamente cuando hay que hacerlo no lo hago. Sí, siendo un poco más infantiles en la manera de describirlo, podríamos decir que vivo como montada en un auto de choque, me muevo por inercia, con poca batería y chocando contra todo, rebotando insistentemente, dejándome cara de circunstancias porque ya no distingo si los encontronazos son intencionalizados o no. Vale, me quedo con la metáfora. Ahora, ¿qué?.

No debería sentirme así, he logrado un excelente meritorio en mi proyecto final para primero del máster en Estudios de la Diferencia Sexual (DUODA). He vivido un espejismo durante el tiempo en el que me dediqué a escribir las casi 50 páginas del proyecto (cortito y a veces demasiado conciso) teorizando sobre el proceso de corporeidad del evento y la Historia, proceso plasmado en los cuerpos de las protagonistas de Margueritte Duras; sobre el proceso paralelo de purga de una biografía mucho más tumultuosa de lo que creía en un principio; de la pugna entre deseo y destrucción y sobretodo de revisitar la persistente idea de la dicotomía que vive entre olvido-memoria en libros como "Hiroshima, mon amour" u "Ojos azules, pelo negro". Por qué digo que he vivido un espejismo, porque así ha sido, porque durante ese tiempo constataba que mi capacidad para trabajar e investigar no está tan mermada como me imaginaba y temía. Tengo un excelente, mi media de primero es muy buena teniendo en cuenta que el tiempo que le he dedicado al máster no ha sido ni la mitad del tiempo que le debería haber prestado... todo y así, tengo una gran nota, tengo ganas de empezar segundo y tener mi titulación.

No obstante, esta última semana ha masacrado mis ilusiones y mi autoestima. Soy un mando intermedio y como tal responde los errores de los trabajadores a mi cargo y de los que éstos tienen al suyo, y responde mis propios errores también (faltaría más, por eso decía yo al principio que vivo en un auto de coches perpetuo). Obviamente, mis mandos superiores (así los llamaremos) hacen su trabajo y me encargan el gran peso de controlar y gestionar una oficina, un trabajo de campo y más de 12 personas, desmotivadísimas todas ellas.

Vuelvo a sentirme tonta, inútil, inservible y todo los apelativos que podáis imaginaros...

Me quedan dos semanas de agonía, luego menos de cinco meses hasta que la persona que está de baja vuelva, y para entonces los Reyes Magos ya me habrán traído mi nueva vida y punto. ¿Verdad?... ya lo sabía yo que sí.

Así que no consigo escribir dos párrafos seguidos, no consigo poner en orden mis ideas y desde luego no consigo ponerme en orden a mí misma, pero esta es la misma historia de siempre. Y siento que leerme sea como ver Tiburón 19th.

Edito: Intentaré colarme para el año que viene como colaboradora de algún grupo de análisis socio-político que tengo ya listados, y si la Fortuna me ayuda de aquí a un año estaré escribiendo otro tipo de sandeces. Estoy cansada, debilitada y mermada, sé que es ya una cuestión mental, emocional y que por ello parece que es más complicado encontrar el mecanismo que hace que todo haga Tic y luego Tac (cutre referencia a Sylar) pero si es cuestión de bajar el cuello y dar fuerte con la cabeza a modo de Pachycephalosaurus (Patxi para los amigos) pues se hará y punto.


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...