A día de hoy.
Creo que no estoy preparada para convertirme en ese tipo de personas, aunque la definición más acertada sería la de "ente nebuloso" que facilitan la vida de los demás, verdaderas sombras que sin murmurar ni dar su nombre consiguen que los días sean resbalazidos en un sentido lúdico, que las noches no pesen parloteando de casi nada y que los años se desmenucen como pan seco bajo la presión de sus manos, endulcoradas. Creo que ya no sé cómo modular mi voz para que no retumbe en la caverna de mi garganta repleta de calambres y que mis ojos no demuestren que me quiero ir de todas las estancias en las que entro.
Creo que no sé cómo convertirme en aquello que quería ser de pequeña al crecer: Facilitadora
Me aliviaba pensar que sería una sombra en los pasillos de algún gran edificio.
Me alivia cuanto más pensaba que era necesario brillar y reflejarme en el brillo mustio de los demás. Ser un Sol en mitad de un mar de lunas, en la hipotenusa de la trayectoria de mi adolescencia.
La bipolaridad de mis sentimientos nace de la sobrada inseguridad que puebla precisamente la recamara de las primeras ambiciones. Y di un portazo tan grande que atranque la puerta... Y ahora solo puedo ver mis aspiraciones a través del picaporte, por las ranuras y revoloteando entremedio de las bisagras. Verlas ahí encerradas aviva esa pequeñita brasa, mínúscula, a la que ha quedado reducida mi carácter y por instantes creo disponer de la fuerza precisa para astillar la puerta y dejarlas ir...
Sin embargo, me aliviaba la idea de facilitarle la vida a alguien de vivir por entero en el ideal de otro, porque los mios ha quedado demostrado que no se sostienen y van vestidos con harapos. Por aquello del portazo mal dado en el momento equivocado.
La vida por lo que cuenta ahora es una retalía de verificaciones.
En dias como hoy aprendo que mi espíritu es más bien de siervo y languidece por órdenes que prometan recompensas, palmaditas en la espalda y pañuelos para después.
Vaya asco
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