31 de julio de 2010

ser mujer...


Desde hace relativamente poco tiempo he recuperado, reconquistado y secuestrado del hueco oscuro al que lo confine, mi gusto por mi propio cuerpo.

Dudo, no sé si lo perdí o si me lo quitaron, ya no acierto a responder si me lo olvidé en las noches de 2004 o si caí en la trampa, y preferí no ser a tener que defenderme. Mi cuerpo, extraño como si una gruesa capas de lana circulara entre mi epidermis y los nervios que por debajo se conectan rabiosos. ¿Algodón debajo de la lengua? Algo así...

A pesar de todo, cuando era más joven era coqueta, cuando era una adolescente lo era. Al entrar en la universidad se acentuó mi gusto por la ropa clásica, largas faldas negras y zapatos de tacón, camisas blancas y lazos, chaquetas de terciopelo y abrigos largos con gruesos puños peludos, comprados en Els Encants. Mis cabellos era largos, desordenados, mal planchados (sinceramente) y castaños como ya nunca más he vuelto a tenerlos.

Luego, no sé como (entonces) ese gusto desapareció y quedaron los silencios en los que solo se repetía un nombre martilleándome. Yo me enamoré, me infatué y me colgué de una supernova a punto de estallar; confundiendo la luz de la excelencia con un fulgor de la decadencia me desquité de camisas, tacones y lazos; corté de nuevo mis cabellos y los mantuve cortos durante años. Me olvidé de mirarme correctamente ante un espejo y más feliz era cuánto más me pareciera a ella, mejor me sentía, más cerca e inquieta. Ser como ella o ser como ella... Renunciar a mí misma, atenta a tus fobias. Y como quisiera decir a cada cosa por su nombre, pero ¿en qué estado me dejaría ello a mí?

¿Y ahora? ¿Entonces? ¿Tanto he tardado en recomponerme?. Tanto.
No he podido durante años ni puedo ponerme la ropa que vestía por entonces, pues reacciono como si olieran a las tardes y los domingos de después, a las promesas que esperaba que me pidiera formular.¿Coja? desde siempre, pero ella me dejó sorda... y por fin se me destaparon los oídos en la más absoluta soledad.

Sin embargo, ya me he cansado de funcionar en tres planos diferentes y he dedicido, volver a ser mujer. He perdido contra mis pantalones y mis zapatos, he perdido y me gusta, sí me gusta, el tacto de mis cabellos no tan largos (los corté en febrero) y todas aquellas cosas que no supe decir que me gustaban, que me honraban.

"Los ángeles rebeldes, que recordaban el lugar del que habían caído, considerando que ese mismo bien de la belleza natural de las mujeres había sido la causa de su degradación, se lo pagaron haciendo que su felicidad no les fuera provechosa, sino que, separándose de la simplicidad y de la sinceridad , ellas acabaron ofendiendo a Dios como ellos. Porque sabían con certeza que todo deseo de gustar según la carne disgusta a Dios"

Tertuliano. De Cultum Feminarum (160-220 dC)

Cómo es posible que pensaras así tú también... sin ver cuan desnuda estabas...


Soy libélula pues soy horrenda


Este post no tiene sentido, pero atravieso un proceso de decir, nombrar y señalar, para dejar y dejarme constancia las pocas cosas que ya puedo dejar claras... hasta nuevo aviso, esperando a que si alguna vez me pongo seria, logre una gran novela.


foto: mi collar de libélula y mi cuaderno obre Margarite Duras



2 comentarios:

Karstiel dijo...

El cuerpo, ese receptáculo curioso de una mente que tiene siempre múltiples formas que van evolucionando con el tiempo.

Qué pena que el cuerpo no pueda seguir el mismo ritmo que la mente; quizás con el tiempo solo seamos una representación de nuestra psique en un mundo binario pero por ahora...

Ánimo, se es doblemente en fusión y en fisión al tiempo

Clara dijo...

Tengo y seguro que tenemos todos una relación que a veces solo es de ida y no de vuelta con mi propio cuerpo, no acabo nunca de convertirlo realmente en el vehículo que es o debiera ser.

Tienes tanta razón quejándote porque el cuerpo no siga el mismo ritmo ni velocidad de la mente o que la mente preferiría...

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